Yo conocí a Sixto Valencia

Un anecdótico saludo a todos los que de vez en vez visitan las actividades que se publican de vez en vez en este, su espacio proveedor de ocio…

No me voy a disculpar de nuevo, pero antes de contarles lo que me ha ocurrido últimamente les contaré una anécdota de hace años para ver que sienten los viejitos rutinariamente

Eran casi finales del año 2001, yo era un chamacón que aún no tenía la mayoría de edad y en una de esas ocasiones en las que te encuentras donde la vida te llevó, mi amigo de toda la vida, Pepe, y su servidor, tomamos un curso de caricatura periodística a manos de mi entrañable amigo Román “Román” Rivas

Después de finalizar el curso (del que nunca me entregaron algún papel por cierto) Pepe y yo solíamos asistir al Museo de la caricatura que está sobre la calle de Moneda en el Zócalo de la ciudad de México (ahí donde los protestantes hacen su nido). Conocimos a muchas personalidades de la caricatura con quienes llegamos a traficar con música, libros, albures y alcohol, gente como Manjarrez, Apebas, Zetina, Carloz, Malo, y mucho más.
De esta anécdota aprendí varias cosas: que soy un asco para dibujar, que los caricaturistas no tienen ni para pagar el teléfono, que el periodismo es lo mas mal pagado del mundo y que hasta las ondas artísticas tienen una corrupción burocrática terrible.
El caso es que se organizaron conferencias donde desfilaron diferentes personalidades del genero, incluso se trasmitieron por canal 11 (en ese entonces hasta me emocionaba pensar en eso) y la que mas esperábamos todos era la que presidiera el señor, el maestro, la leyenda; Don Sixto valencia, así es, el mismísimo creador de “Memín Pinguin” estaría a la disposición de las barbajadas que se me ocurriera preguntarle.
El día llegó y me chuté toda la conferencia del señor, hablaba de cómo se enfrentó al reto de mantener viva una historieta de humor blanco en un contexto mas elegante, de cómo ha cambiado la manera de hacer caricatura y como al mismo tiempo es exactamente lo mismo hacer caricatura… un orgasmo de información para un chamaco imberbe.
Al terminar, varios jóvenes del curso, incluido Pepe y su servidor nos acercamos a platicar con el señor, era muy vigorizante ver como una personalidad de ese tamaño se ponía a la disposición de una platica tan primitiva como la que unos pubertos pudiera ofrecer. Yo permanecí casi en silencio, mis dudas habían sido aclaradas y me limité a estar en la ceremonia de entrevista colectiva.
Ya casi al final y ya con mucha confianza, nos atrevimos a pedirle que dibujara un “Memín” el cual por cierto se encuentra en la pared del departamento de Pepe y el dialogo lo recuerdo como si fuera ayer:

Don Sixto: siempre empecé con los ojos, de ahí ya sabía como acomodar su cuerpo

Patch: lo hacía planeando la posición o como le fuera saliendo

Don Sixto: por supuesto que lo tienes claro antes pero mucha de la magia se da como va saliendo del alma

Pepe: ¿Alguna vez le quedo algo muy diferente a Memín?

Don Sixto: No, después de hacerlo mil veces ya lo domino muy bien… listo ya quedó

Patch: Órale! Le quedó bien padre, no lo firme y ahorita yo le pongo mi nombre

Don Sixto: no, no, no ¿Cómo crees? Lo que vale es la firma

Pepe: entonces no sea malito y póngale dos

Patch: =S

Don Sixto: o.o

No les contaré lo que pasó después solo les digo que jamás le recordaría a Don Sixto (si me lo vuelvo a encontrar) que pasó esto y que por algo el Memín está en la pared de Pepe y no en la mía.

Me despido recordándoles que el tiempo que gastaron leyendo estas líneas lo pudieron emplear en algo de provecho… o comprando unos memines que son la onda

¡! CAMBIO Y FUERA ¡!