TORTILLAS Y TORTILLERIAS

Un cotidiano saludo a todos los que gozan de perder su tiempo en este espacio proveedor de ocio, es mas, lo declaro el punto G de la pereza.
Hoy por la tarde mi mama me mando a comprar las tortillas para comer como una familia feliz, entonces al llegar a la tortillería solicite el producto:
-Buenas tardes, me da por favor un kilo- le solicite a la chica.
-¿de tortillas?- pregunto
Así que afirme aun cuando mi primer impulso fue decirle: “no, de chocolates belgas por favor” digo, se supone que es lo que venden no?
El caso es que me puse a pensar en el comestible en cuestión y llegue a la conclusión de que merecía su propia redacción:
Empecemos con la definición clásica, que como ya saben no escribiré, sabemos que están hechas de maíz, que las hacen con una maquinita que las saca en línea de producción y que saben muy rico.
Aunque, como todos sabemos, no siempre fue asi, incluso en algunos pueblos las siguen haciendo a mano. Imaginen lo cansado que es levantarse a poner el nixtamal en la mañana para preparar el petate y hacerlas. Y no es que no halla la posibilidad de llevar un autómata para ese lugar, lo que pasa es que nunca falta el grupo de señoras fodongas (con pijama a las tres de la tarde) que hasta agua bendita le echan por que son obra del mismísimo Satanás. Y no se rían que es en serio, aun hay quienes creen que el señor de las tinieblas es ingeniero.

El asunto es que las tortillas son algo indispensable en cualquier hogar mexicano, seas rico, pobre, o jodido como su servidor, es un manjar al alcance de todos, piensen que hay lugares como Venezuela donde no hay producción de maíz y lo que hacen es expandir rodajas de plátano macho para ingerirlas como si fueran estas.
Además que siempre esta el folclor de ir a la tortillería, por ejemplo, recuerdo que al principio a mi me daba muchísimo coraje estar formado compartiendo espacio y tiempo en la fila con las señoras gordas en pijama a las tres de la tarde esperando a que me atiendan, para que llegue una señora mañosa y se brinque la fila porque es comadre de la señora que atiende.
Por ello opte por dejar encargada mi servilleta mientras me dirigía al salón de “maquinitas” en el cual gastaba una cuarta parte de lo que mi mama me daba, y después le decía que había comprado netamente lo que me encargo, ¿mañoso no?
Además que hay cosas que solo puedes ver en un lugar de estos, por ejemplo, siempre es genial burlarte del niño que acaba de comprar como diez kilos (de tortillas, por si piensan en chocolates) y como no puede con ellos se le caen provocando una inundación de tortillas en la banqueta. Lo triste es que las recoge y así las lleva a su hogar.

O el típico niño sin que hacer que contaba las tortillas mientras salían de la maquina (no es que yo lo hiciera). O simplemente seguir con la mirada todo el recorrido que llevaba esta, desde que las cortaban hasta que salían, así de línea en línea.
Y lo que mas me fascina son esas maquinitas que tienen un letrero que dice “anillos para ligar novia” y dentro están como tres anillos de cobre en medio de un millón de chicles… aunque no es para menos, pues la maquina cobraba un peso, sin embargo dudo mucho que un anillo de esos sirviera para el ligue.
Y ya que estamos románticos, escuchen “me enamore en la cola de las tortillas” de los Estrambóticos, para que quede claro que no soy el único loco que reflexiona sobre lo importante que es la tortillería en una comunidad.

Por cierto, ¿han notado la falta de sensualidad de las tortilleras?

Ya para terminar estas líneas plagadas de estupidez solo quiero agregar que en una tortilla puedes meter tu alimento favorito creando lo que se conoce como taco. Desde carne, hasta azúcar o sal, pasando por las carnitas, barbacoa, birria o mi favorito el taco de ojo, ya sea con lagaña o sin lagaña.

Yo me despido recordándoles que el tiempo que gastaron leyendo estas líneas lo pudieron emplear en algo de provecho… o echándose un taco de ojo.

¡CAMBIO Y FUERA!